Al tratarse de un museo de arte, es conveniente que, para preservar las obras, las salas de exposición se encuentren aisladas del exterior y protegidas de la luz natural.

Bajo esta premisa, tratando de aprovechar la pendiente y la forma natural del terreno, así como también, una excavación realizada para una obra previa inconclusa, se decidió enterrar el edificio.

De este modo, se genera sobre la cubierta del mismo, un espacio de plaza y paseo público, que se relaciona con los demás parques de la zona, y representa un significativo aporte para la ciudad.

Sobre dicha cubierta, y homenajeando el concepto de la obra de Fontana, se realizan sutiles intervenciones, generando los accesos del edificio y “rajas” que permiten iluminar las salas de exposición, filtrando la luz natural, y relacionando la situación interior de éste, con la exterior de la plaza pública.